miércoles, 9 de febrero de 2011

Ricitos de plata.

Menuda chorrada, y porque no mamut...


Siempre me he dicho a mi misma que nunca tendré hijos, que eso de educar, regañar y pegar con la zapatilla no esta en mi lista de quehaceres cuando sea mayor...

Nunca, nunca, ¿estas segura? y que fue aquello que algunos llaman un error de calculo, otros llaman maldición y yo simplemente creo que nunca pude llamar...
Y si, puede que sea mejor escribiendo que hablando pero palabras y diccionarios de sinonimos me siguen faltando...

A ti que, de todos los marcos cruzados te vi sonreír
que de todos los días con perdices son final feliz
mi pequeña de cabellos color plata, para ti...

Llego al mundo como bien he dicho producto de maldiciones del destino, y no le faltaron segundos para abrir los ojos.
A veces guiñaba con disparidad, a veces llegaba aquellos preciosos ojos a entrecerrar, pero pocas veces la vimos desde lo mas profundo de su maquinaria, parpadear...

Nos las vimos y deseamos lo sabe el señor universo que en practica pusimos nuestro mas mejores de los ingenios, pero ni barcos cargados de vapor, ni rey león, ni desplegables cigarras u hormigas de cartón, impasibles permanecían aquellos ojos tan llenos y a la vez tan vacíos de atención...

Pero la queríamos,
Aun cuando el mas dispar de los guiños podría levantar temibles vientos de tempestad, cuando familiares manos nos faltaban para agarrar.
Aun cuando con ojos entrecerrados a sus quehaceres lavanderos y costureros, horas dedicaba y era cuando mas lejos su mente volaba...

Protagonistas, secundarios, productores, directores y muchos desconocidos mas por su pequeña habitación paseaban y con ahínco, guiones vacíos, sonrisas, y silenciosas lagrimas aquella dantesca obra sin descanso interpretaban.

Nunca sabremos, de que pecado vino esta maldición, pero cuando el silencio llego, hasta el mas fuerte de los personajes del reparto lágrimas derramó y deseó...
la vuelta del tormento, de tus gestos como poco peculiares, de aquel genio danzante, que libre de ataduras, sencillas costuras de terciopelo, de nuevo hilaran con invisible cordel.

Y el silencio se fue con aquellos alisios del sur, cuando el frió de ambulancia y gorros blancos se instaló, y nos libramos ...
con patente testarudez, de largas y coloridas de plástico cadenas, esas que, puede que durante incontables segundos confundidas fueran con un rojo salvavidas.

Es curioso a lo que puede saber el paraíso, nada de algodón de azúcar, solo lo sabemos yo y tu, es nuestro secreto, que lo azul del cielo no sabe a otro cosa que a yogurt...

Que lejos queda el sonido de 200 kilómetros de una llamada telefónica, aun así si de toda mi concentración acopio hago, ninguna interferencia podrá callarlo...

El ruido de las sabanas blancas que al aire secan, los ladridos de peluche a los pies de tu cama, el sinsentido de aquellas muecas cuando mi manos frías tu cara tocan, el puzzle de palabras que solo los sabios de tu experiencia descifran, el ruido de burbujas de aire que por ti respiran, y sobre todo que a distancia mis tontas palabras por ti sonrían.

No creas que no te he calado, de mi no te puedes esconder, lo intentas una y otra vez, pero mis mágicas gafas siempre consiguen aunque sea por unos conformes pocos segundo volverte a ver.

Demasiadas son las palabras que faltan o sobran y segundo que a tu lado no pasan, se que tienes la vida que a mi me falta y a pesar de todo, puede que no sepa explicarlo, y ni siquiera he de pensarlo, volvería de nuevo reparar aquellas ganas de vivir,
no hay nada que desee mas que aquel tramo de 83 escaleras, volver a subir
y con inocente paladar deliciosas natillas de chocolate volver a probar.

Prometeme que esperaras a mi próxima visita, que de nuevo a la pelota quiero jugar y en silencio apoyada sobre tu hombro ver tu corazón palpitar, tu precioso pelo color plata volver a acariciar, con delicadeza glacial tu mano agarrar, sentada cerca muy cerca los lunares de tu brazo pararme a contar
pero sobre todo...
decirte chiquitita al oído, tan bajito que solo yo pueda susurrar y tan bajito que solo tu lo puedas escuchar.















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martes, 1 de febrero de 2011

Remitente.

Querido señor vecino de arriba:

El motivo de mi carta se limita a pedir mis mas sentidas y sinceras disculpas...
Para empezar pedirle perdón por la intensa actividad de lub-dubs experimentada en los últimos meses, pero ya sabe lo que ocurre cuando a uno le someten a demasiado estrés en el trabajo, demasiadas, sonrisas y suspiros, pueden poner a prueba hasta el mas paciente de los soñadores.

Decirle a mis vecinas de abajo, las piernas, aquejadas de que el mas firme de sus pilares hacían temblar, tantas palpitaciones...
Que no hablemos de culpa, ahora que solo pretendo disculparme y si fuera posible, tan solo por un momento comprendan lo exigente que puede llegar a ser...
Ese que, de sentimientos es el jefe y Ese que, tantas veces lógicas razones ni quiere, ni entiende.

Asi que. siguiendo los consejos de mi amiga, Conciencia querida, abrí de par en par las ventanas por las que millones de libélulas escaparon e hice construir paredes insonorizadas de bonito papel pintado.
Métodos caseros que con libélulas salvajes no funcionaron y que a pesar de la calidad del material el retumbar de tan altos decibelios, no frenaron.

Finalmente y después de patata y sus numerosas vueltas, me he hecho a la idea de tomar la única y mas poderosa de todas las que de emergencia, son salidas.
Me dispongo a aceptar la ya firmada orden de desahucio propuesta por la comunidad y a abandonar mi querido, aunque poco acogedor, duplex de ubicación central.
No se hagan muchas ilusiones, que de momento son solo unas vacaciones...
Pero tampoco espere sentado ni latidos a corto plazo, ni próximas y nocturnas meditaciones.

Sin mas, añadiré que aunque hayamos tenido nuestros roces, también hemos tenido nuestros momentos, lo pasamos bien, en algún que otro sueño.
Y no se preocupe por aquella ilusión que un día me dejo prestada, a mi partida se la dejaré en el buzón, descuide no se la deje olvidada.

No le entretendré mas...
Que Mafalda, algún libro, restantes libélulas, Manolita y yo, nos vamos a otro y lejano lugar
… no intente buscarme, porque no podrá, pues de su imaginación está, incluso mas allá.

Atentamente.
El señor vecino de abajo.










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